5 de agosto de 2016

Las protestas obligan a cambiar el recorrido de la llama olímpica

El negocio olímpico ha empezado con mal pie en Brasil. En el primer día, las masivas protestas populares convocadas por todo el país contra el megaespectáculo deportivo (que tiene muy poco ya de deporte y mucho de intereses económicos de corporaciones y estados) han provocado que se tenga que cambiar el recorrido de la "llama olímpica", pocas horas antes de la inauguración de los juegos.

En este caso, una de las manifestaciones estaba convocada en el paseo marítimo de Copacabana, la playa más emblemática de Brasil, con la participación de más de 3000 militantes de movimientos sociales, sindicatos y partidos políticos, bloqueando la carretera por donde iba a pasar el relevo de la antorcha, con la presencia de personalidades como el S.G. de la ONU, Ban Ki-moon, junto a, cómo no, ejecutivos de importantes multinacionales.

Los responsables cambiaron a última hora el trayecto, para evitar un posible choque con los protestatarios, que no solo se manifestaban por los altos costes del proyecto olímpico en un país donde los funcionarios no reciben sus sueldos y donde la desigualdad es brutal, y en el cual la enorme pobreza y la criminalidad consiguiente se intenta ocultar con desalojos forzados y represión policial. Igualmente, las protestas denunciaban al presidente golpista Temer, impuesto por el Parlamento Brasileño tras la suspensión del presidente elegido democráticamente,  Dilma Rousseff.

Sin embargo, el negocio de las Olimpiadas es un proyecto de toda la clase política brasileña, de la burguesía local apoyada por las grandes corporaciones multinacionales, en el que están implicados también los gobiernos progresistas de Lula y Dilma, igual de contundentes contra el pueblo brasileño cuando se trata de defender los beneficios de los juegos cómo los que apoyan al actual presidente, el derechista Temer.

En definitiva, el gran perdedor de estos juegos de Rio es el pueblo brasileño, que sigue explotado, humillado, golpeado y empobrecido por la clase política y empresarial local, quizás mucho más gracias al circo olímpico, mientras las grandes multinacionales y las empresas locales, apoyados por las diferentes fracciones de la burguesía local, los aprovechan para seguir aumentando beneficios y sustentando sus crecientes privilegios. Estos, la oligarquía económica, si que conocen bien la respuesta a la pregunta que se hacen la mayoría de los brasileños: Olimpiadas para quem?

1 comentario:

Piedra dijo...

Es vergonzoso como tantos obreros se alegran, no se sabe muy bien de qué, cuando se celebra una de estas payasadas: pan y circo.
Hay mucha gente despierta y consciente, pero sigue habiendo aun una mayoría lobotomizada por la propaganda estatal.

Saludos.

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